Historia y razón de ser
A Julián siempre le gustó compartir una pinta de vino y un cacho de chorizo y queso con los seres queridos y aquellos que venían de visita. Nada ostentoso, simplemente una merienda humilde, un momento de compartir un bocado rico y un trago como forma de mostrar a esas personas que te importan, que aprecias su compañía, que siempre tendrás tiempo de compartir un vaso de vino con ellos y que mientras en tu casa haya carne y vino, tendrán algo que llevarse a la boca. Porque no olvidemos que la generación de Julián vivió una guerra, la Guerra Civil Española (1936 – 1939) y, por tanto, saben lo que es pasar hambre.
Ese era Julián, la definición de generosidad en persona. Siempre cuidando de su gente, siempre amable. Sus valores y su bondad eran sólidos e inmensos. Uno de esos hombres que permanecen en la memoria de quienes lo conocieron con absoluto cariño y respeto.
Siempre le gustó producir su propio vino para esa pinta de vino que compartir en su casa. A lo largo de su vida sólo pudo hacerlo a una escala muy pequeña, con los pocos recursos que conseguía tener. Pero él disfrutaba de cada paso de la producción y hacía de ello algo tremendamente significativo para toda la familia.
Siempre inculcó a su familia el mantener esa preciosa tradición, encontrar siempre tiempo para compartir una pinta de vino con las personas que nos importan, apreciar y valorar la belleza de la sencillez y de las pequeñas cosas, esas que pueden pasar desapercibidas pero que a menudo conllevan una dedicación y un amor infinitos, apreciar siempre aquello que se hace con amor, con modestia y con bondad.
Todo esto ha sido la base de los valores de su familia. Nuestra familia. Con los que hijos, nietos y bisnietos han crecido. El núcleo y el corazón de la unidad familiar.
Alberto, el hijo pequeño de Julián, creció con la ilusión de brindarle a su padre la oportunidad de producir su vino a una mayor escala, con más y mejores recursos y, en definitiva, dar continuidad a esta preciosa tradición que Julián construyó en su entorno. La vida se lo llevó demasiado pronto, antes de que esto pudiera llevarse a cabo. Sin embargo, Alberto, sabiendo que está y estará siempre con nosotros, ha dado continuidad a este precioso legado a través de la bodega que le da nombre: Julián Madruga.
Julián Madruga, por tanto, da vida al legado de toda una vida a través de un producto tan sofisticado como es el vino. Alberto, con mucho esfuerzo e ilusión, invirtiendo en los mejores productos y con una dedicación y cariño indescriptibles, ha creado un producto que, además de sobrepasar los más elevados estándares de calidad y los más exigentes paladares, representa la belleza de momentos compartidos con aquellos a quienes más queremos. Con una elaboración fiel a los valores heredados de Julián: con mimo, con paciencia, respetando la viña, la uva y el proceso de producción en su conjunto. De forma natural y tradicional.
El vino de Julián Madruga es un producto único y exclusivo que invita a celebrar y apreciar momentos, experiencias, compañía. Un regalo al alma y al corazón. Un recuerdo de lo que realmente importa. Tan exclusivo como tus propios sentimientos. Tan único como tus propias emociones. Tan especial como tus momentos más valiosos.
Te invitamos a disfrutar de la experiencia.
PRENSA
Julián Madruga 1930, la nobleza de Tardáguila
Julián Madruga 1930 protagonista de una de las típicas catas ciegas de la asociación enológica Cata Añada, con Paco Alférez como director de cata.


Bodega Julián MadrugaLunes, 20 de Mayo de 2019
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Alberto Madruga nos descubre sus vinos Julián Madruga, una elaboración artesanal que rinde homenaje a su padre, ferviente precursor de compartir unos tragos de vino y unas viandas como enlace perfecto para pasar un buen rato en compañía de su gente. Los vinos están elaborados con mucho mimo y respiran historia y tradición. Nos adentramos en su bodega, situada en Tardáguila, en la comarca de La Armuña y descubrimos lo que nos ofrece